viernes, 15 de abril de 2011

¿Discriminación o aceptación de lo establecido?



Muchas personas aceptan la idea hoy en día, de que una mujer sirve para un cierto tipo de trabajo y un hombre para otro, a pesar de que estamos en el siglo XXI. Los roles que desempeñan ambos en la sociedad son muy reveladores. Actualmente, podemos ver en cualquier tipo de propaganda o publicidad como los anunciantes siguen diferenciando mujeres y hombres en el ámbito laboral para su propio interés, ofreciendo campañas sexistas que atraigan un mayor número de consumidores a su producto. Las revistas para hombres de tirada nacional siguen disfrazando a sus modelos de secretarias o azafatas sexys. En estas últimas, incluso una conocida compañía irlandesa, ofrece a sus propias trabajadoras la posibilidad de aumentar sus ingresos haciendo un calendario anual en el que van “ligeritas de ropa”. No se queda ahí, grandes artistas internacionales hacen videoclips de sus canciones desempeñando el rol de azafata sexy como es el caso del siguiente clip:





Si seguimos buscando encontraremos infinidad de ejemplos como éste en el que dan a entender el rol que debe desempeñar una mujer. Anuncios sexistas los ha habido siempre pero, ¿cómo es posible que a día de hoy se siga permitiendo la aceptación de estos roles y con ellos la discriminación de uno de los sexos al ámbito laboral?

En ninguno de los anteriores ejemplos podemos ver un azafato “sexy”, un secretario, etc.  Son papeles que están hechos para la mujer y son aceptados por toda la sociedad. Es por ello que gran cantidad de hombres, sienten este tipo de discriminación y aunque hoy por hoy las cosas están cambiando y cada día los hombres tienen más posibilidades de incorporarse a un puesto de trabajo socialmente pensado para las mujeres, la realidad es que son muchos los que todavía no tienen esa posibilidad.
En el caso de una compañía aérea, la cual no voy a nombrar, pero que todos conocemos por ser una low cost basada en la ciudad condal, hace pocas semanas salió una noticia que decía que la compañía incorporaría 12 o 13 aviones hasta el año que viene lo que generaría unos 300 o 400 puestos de trabajo. Todo queda ahí, suena muy bien y se aplaude pero, ¿alguien sabe que hay detrás? Discriminación masculina. Esta compañía aérea se caracteriza por la baja contratación de hombres para el puesto de “tripulantes de cabina de pasajeros”. Solo hay que subirse en uno de sus vuelos para darse cuenta de la baja presencia masculina en sus tripulaciones auxiliares. Estas tripulaciones están formadas en su mayoría por mujeres jóvenes de entre 19 y 25 años, en su mayoría con un buen físico y con un contrato no superior a los 6 meses después del cual se rescindirá de sus funciones.

Otra famosa compañía aérea, ya desaparecida por la crisis económica, se conocía en el gremio y por más gente como la “bombonera”. Esta estaba formada por azafatas con un físico verdaderamente atractivo y muchas de ellas eran seleccionadas por la compañía a partir de agencias de modelos. Se las ofrecía la posibilidad de trabajar como “tcp” y la formación la daba la empresa.

Esta vez he hablado más a fondo de la profesión de “tcps” pero si el lector busca en google más acerca de este tema en páginas web como www.extracrew.com se dará cuenta de la magnitud de la discriminación masculina en este sector.

Por todo lo anterior, creo que deberíamos romper con ciertos roles que dañan la imagen de la mujer o del hombre en cuestión y no ayudan a su integración laboral, dentro de un determinado sector laboral. 

1 comentario:

  1. Comparto tu opinión, pero los roles a los que haces referencia forman parte de nuestro imaginario social desde los tiempos... Esto es muy difícil cambiarlo porque es parte de la memoria colectiva, aún siendo ésta una época de fomento de la igualdad.
    Los medios de comunicación han creado estos estereotipos, todos conocemos el papel de "la enfermera sexy" o "la secretaria cachonda". Los individuos los hemos interiorizado y los aplicamos en nuestra vida diaria.
    Los mismos que crean estos roles de género son los mismos que pueden acabar con ellos, es decir, las personas, el conjunto de la sociedad. Y creo que el cambio no será posible hasta que el conjunto esté concienciado porque para poder cambiar algo, primero ha de cambiar nuestro pensamiento.

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